domingo, 26 de septiembre de 2010

Objetivo: La Excelencia

La excelencia, según el diccionario de la Real Academia Española, es la superior calidad o bondad que hace digno de singular aprecio y estimación. Para lograr la excelencia en las acciones de nuestra vida tenemos que constantemente tener en mente que debemos hacer lo que nos proponemos lo mejor que seamos capaces. De esta manera nuestras obras sobresaldrán en bondad, mérito o estimación.

A través de la historia de la humanidad, las personas que han sobresalido en las diferentes áreas de la vida son aquellas que siempre han tratado de desarrollar su potencial al máximo. Es una virtud que hay que cultivar y desarrollar. Sabemos que la virtud es fuerza, vigor, valor; es integridad de ánimo y bondad de vida; es la disposición constante del alma para las acciones conformes a la ley moral; es un recto modo de proceder. Con razón, según los historiadores, en la antigua Grecia la palabra virtud prácticamente se confundía con la excelencia.

Particularmente en el campo de las instituciones académicas, organizaciones empresariales, negocios, actividades artísticas y deportivas se considera que la excelencia es una virtud y una meta por lograr. Es común encontrar en la exposición de la misión y operaciones frases como: excelencia operativa, compromiso a la excelencia, excelencia en liderazgo, excelencia en la fabricación, excelencia académica, nuestra meta es la excelencia y muchas otras más. En universidades e instituciones de capacitación empresarial se dictan cursos relacionados con la excelencia como: Procesos de la excelencia, Excelencia en el control de riesgos, las Series de excelencia, Excelencia en la administración de la calidad, Excelencia en marketing y otros.

En realidad, de lo que se trata es obtener resultados sobresalientes en todo lo que una organización o persona emprenda. En todo lo que nos propongamos, en todo lo que hagamos debemos tratar de ser lo mejor de lo que podemos ser. De esta forma en nuestras acciones no aceptaremos resultados mediocres o regulares.

Aristóteles expresó: “Somos lo que repetidamente hacemos. Por lo tanto, la excelencia no es un acto, es un hábito”.

Ralph Marston, autor y editor de The Daily Motivator (El motivador diario) expresa: “la excelencia no es una habilidad, es una actitud. Lo que usted hace hoy lo puede mejorar mañana. Siempre espere lo mejor de usted mismo y haga lo necesario para que sea una realidad”.

Y Vince Lombardi, legendario entrenador de fútbol americano, experto motivador, su equipo ganó cinco campeonatos, expresaba: “La calidad de vida de una persona está en directa proporción con su compromiso hacia la excelencia, cualquiera que sea su campo de acción”.

Al ser la excelencia una actitud, un hábito, debemos buscar alcanzarla en todo lo que hacemos, en todas las área de la vida, personal y familiar, profesional y financiera, físico y salud, espiritual y ética, social y cultural. De esta manera lograremos una auténtica autorrealización para lograr el éxito y la felicidad.

Lo mágico de todo esto es que todos, cada uno de nosotros, puede desarrollar al máximo su potencial mediante la fijación de objetivos o metas, haciendo lo que a uno más le guste hacer en base a sus sueños, mediante un plan de acción para realizar las acciones necesarias para convertir sus sueños en realidad, preparándose en forma consciente para hacer lo que se tiene que hacer de la mejor manera posible, trabajando fuerte con disciplina y en forma inteligente con confianza en sí mismo.

Hay que tener un fervoroso deseo y un férreo compromiso para hacer todo lo que sea requerido para alcanzar las metas que usted mismo se ha fijado sin tener en cuenta lo que las otras personas puedan pensar, decir o hacer.

Con persistencia, concentración, esperanza, actitud mental positiva, inquebrantable fe y confianza en sí mismo se puede lograr la excelencia en todos nuestros actos, y así la excelencia será un hábito que nos caracterizará.

Practicando la excelencia estaremos en condiciones de hacer lo correcto en el momento correcto y de la manera correcta; de hacer las cosas mejor de lo que fueron hechas anteriormente; de eliminar los posibles errores; de ser cortés y tolerante; de ser permanentemente un ejemplo; de disfrutar plenamente en el trabajo; no aceptar las excusas ni las dilaciones; de analizar la situación y no actuar impulsivamente; de actuar en base a la razón y creatividad y no en base a lo que se ha estado haciendo; y de no contentarse jamás con un resultado a medias.

Al ser la excelencia parte de nosotros mismos la aplicaremos en todos los aspectos de nuestra vida, en casa como en el lugar de trabajo, cuando jugamos o cuando trabajamos, estará presente en nuestra mente y en nuestro cuerpo, es decir en todo momento. Al ser personas que tenemos una clara visión de la excelencia esto se reflejará en nuestra manera de ser y en nuestros actos. Teniendo en mente la excelencia siempre haremos lo mejor que podamos hacer. Por eso, nuestro objetivo: la excelencia.

martes, 14 de septiembre de 2010

Confianza en sí mismo – Historia de la familia y el burro

Como mencioné en mi artículo Confianza en sí mismo, para lograr lo que uno se propone en la vida es imprescindible tener gran confianza en sí mismo. Sabemos que “la confianza en sí mismo es el primer secreto del éxito” y que es necesaria para lograr el éxito y la felicidad.

Con confianza en sí mismo se estará en condiciones de aprovechar las oportunidades que nos presenta la vida. La confianza en sí mismo es algo que se adquiere y que se convierte en un hábito. Con confianza en sí mismo se puede lograr lo que otras personas pueden pensar que es imposible realizar. Con confianza en sí mismo se acepta la responsabilidad por sus propias acciones, se tiene una actitud equilibrada, se es flexible ante las acciones de otras personas, se acepta el cambio como algo normal en la vida, se actúa sin tener en cuenta las opiniones de terceros.

Las opiniones de terceros, muchas veces en algunas personas, influyen de alguna manera sobre los sueños que se tengan, sobre las metas que se han fijado, sobre los planes de acción que se establezcan para concretar una idea e igualmente sobre la autoestima. Seguramente nosotros conocemos a ciertas personas que les gusta pedir la opinión a varias personas sobre alguna decisión que desean tomar.

Hay una historia que leí hace años que me impactó sobre las opiniones o críticas de terceros. Recientemente la he vuelto a leer gracias a un email enviado por un amigo y como es muy pertinente al tema que estoy tratando deseo compartirla con ustedes. Es la historia de la Familia y el burro.

Había una vez un matrimonio con un hijo de doce años y un burro; que decidieron viajar, trabajar y conocer el mundo. Así, se fueron los tres con su burro.
Al pasar por el primer pueblo, la gente comentaba: “Mira ese chico mal educado; él arriba del burro y los pobres padres, ya grandes, llevándolo de las riendas”.
Entonces, la mujer le dijo a su esposo: No permitamos que la gente hable mal del niño.
El esposo lo bajó y se subió él. Al llegar al segundo pueblo, la gente murmuraba: “Mira qué sinvergüenza ese tipo; deja que la criatura y la pobre mujer tiren del burro, mientras él va muy cómodo encima”. Entonces, tomaron la decisión de subirla a ella al burro, mientras padre e hijo tiraban de las riendas.
Al pasar por el tercer pueblo, la gente comentaba: “Pobre hombre. Después de trabajar todo el día, debe llevar a la mujer sobre el burro! y pobre hijo ¡qué le espera con esa madre!”
Se pusieron de acuerdo y decidieron subir los tres al burro para comenzar nuevamente su peregrinaje.
Al llegar al pueblo siguiente, escucharon que los pobladores decían: “Son unas bestias, más bestias que el burro que los lleva, van a partirle la columna!”
Por último, decidieron bajarse los tres y caminar junto al burro.
Pero al pasar por el pueblo siguiente no podían creer lo que las voces decían sonrientes: “Mira a esos tres idiotas: caminan, cuando tienen un burro que podría llevarlos”.


La confianza en sí mismo nos permite actuar de acuerdo a nuestros propios pensamientos, a nuestros valores, con firmeza y decisión sin tener cuenta lo que otras personas puedan pensar, decir o actuar; así como también sabiendo que las decisiones que tomemos posiblemente, nunca, serán de la aprobación de todas las personas ni que podamos contentar a todos.

Bruce Jenner, considerado el “mejor atleta del mundo” al obtener la medalla de oro en decatlón en la Olimpiadas de Montreal, Canadá, en 1976, en su libro Finding the Champion Within (Encontrando al campeón que está dentro de uno mismo), expresa: “he descubierto que nuestra actuación en la vida es un reflejo de la imagen que tenemos de nosotros mismos”.

Con confianza en sí mismo seremos invulnerables a las críticas destructivas y tendremos la capacidad para aceptar las críticas constructivas y seremos tolerantes con los demás. Al tener confianza en sí mismo tendremos la habilidad necesaria para aceptar y adaptarnos a los cambios que son consecuencia del progreso y desarrollo; de reconocer los errores que cometamos y ser capaces de corregirlos; de poder actuar, cooperar y comunicarnos con otras personas; de tratar a otras personas con respeto, benevolencia, generosidad y justicia.

La confianza en sí mismo es indispensable para lograr el éxito y la felicidad.