jueves, 28 de octubre de 2010

La Fe es importante para el Éxito y la Felicidad

Tener fe es creer en algo aun cuando no se puede demostrar. Tener fe es creer en Dios. La fe es la facultad de la mente que encuentra su más alta expresión en la actitud religiosa. Usado en este contexto, tener fe es creer en Dios.

Considero que es muy importante creer en Dios. En mi vida he tenido relaciones de amistad, algunas muy fuertes y que se mantienen vigentes a pesar que han transcurridos muchos años y de encontrarnos en lugares muy distintos y lejanos, con personas que profesan una religión diferente a la mía. Cuando hay auténtica fe en Dios, hay bondad, amor, tolerancia, justicia, respeto, integridad y valores que hacen más fácil la convivencia pacífica y la verdadera amistad entre seres humanos.

Con fe podemos confiar en los extraordinarios poderes del espíritu para poder vivir una vida llena de amor, esperanza, optimismo, entusiasmo, imaginación, creatividad y coraje para disfrutar de la vida a plenitud haciendo uso del potencial que tenemos ya que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios.

La fe es una virtud que hay que cultivar. “Tener fe es tener la plena seguridad de recibir lo que se espera; es estar convencidos de la realidad de las cosas que no vemos” (Hebreos 11:1).

También es cierto que muchas veces ante circunstancias adversas o ante resultados contrarios no esperados, nos invade una cierta duda y nuestra fe se tambalea y flaquea. En realidad lo que sucede es que, en la mayoría de los casos, somos personas de poca fe y por eso dudamos. Cuando tenemos dudas empezamos a vacilar, empezamos a dudar de nuestra capacidad. Hay que tener fe. Para mantener la fe debemos ejercitarnos y orar. La fuerza de la oración es tremenda.

La Madre Teresa tenía una expresión muy hermosa a este respecto cuando decía: “La Madre Teresa sola no puede, pero con Dios todo lo puede”.

Con fe podemos mover montañas. “Les aseguro que si tuvieran fe, aunque sólo fuera del tamaño de una semilla de mostaza. Nada les sería imposible”. (San Mateo 17:20).

Hay numerosos ejemplos del valor de la fe a través de la historia de la humanidad. Uno de ellos lo encontramos en Gandhi, llamado el Mahatma, que con fe, sin poseer dinero ni armas, casi desnudo, logró influir en la mente de doscientos millones de hindúes y logró la independencia de la India en 1947.

Otro ejemplo sobre el valor de la fe es el caso de Nelson Mandela, quien estuvo preso veintiocho años (1962-1990) en Sudáfrica por luchar contra el terrible e inhumano apartheid. Pese a lo que hicieron sus opresores no pudieron disminuir la fe que tenía Nelson Mandela. Algo que es necesario resaltar es que en su primer discurso después de salir de prisión, el 11 de febrero de 1990, Nelson Mandela habló sin rencor ni odio hacia los que le privaron de su libertad y le mantuvieron cautivo. Después de salir libre, logró otra extraordinaria hazaña. El 27 de abril de 1994, Mandela logró realizar su sueño al terminar el apartheid en su país y, pocos días después, en las primeras elecciones libres en su país salió elegido por inmensa mayoría para gobernar Sudáfrica. Cuando visité Johannesburgo en 1980 esto parecía imposible, era algo que se pensaba nunca podía suceder.

El 2 de junio de 1995, el avión del capitán Scott O’Grady, de la Fuerza Aérea de EE.UU., fue derribado cuando sobrevolaba Bosnia. Durante seis días, solo y alimentándose únicamente con hierbas e insectos, logró sobrevivir hasta que fue rescatado. El capitán O’Grady, en su libro Return With Honor (Regresar con Honor), indica: “las tres cosas más importantes en este mundo son: fe en Dios, amor a su familia y amigos, y buena salud”.

Otra ejemplar demostración del gran valor de la fe es el que tuvo durante toda su vida la Madre Teresa. La Madre Teresa era una mujer pequeña en estatura física, con una salud frágil en su juventud, pero se convirtió, debido a su fe, en un verdadero gigante físico y espiritual. En 1979 recibió el Premio Nobel de la Paz. Siempre ayudó a todos los demás sin distinción de religión o credo. En setiembre de 1997, el día de su funeral en Calcuta, India, la Madre Teresa, quien había dedicado toda su vida “a los más pobres de los pobres”, estuvo rodeada de reyes, príncipes, jefes de estado, prominentes figuras políticas del mundo, así como por católicos, cristianos, hinduistas, budistas, musulmanes y ateos. El homenaje póstumo a la Madre Teresa sobrepasó las férreas barreras de religión, etnia, nacionalidad y cultura.

El caso reciente del rescate de los 33 mineros chilenos atrapados durante 69 días a 700 metros bajo tierra en la mina San José, Copiapó, en el desierto de Atacama, Chile, evento que posiblemente muchos de nosotros hemos visto por TV, es otra de las grandes demostraciones del valor de la fe. Muchos de los mineros rescatados al llegar a la superficie declararon “que vivieron momentos muy duros, pero que lograron superarlos gracias a su fe y a la esperanza de encontrarse con sus familias”. Hemos escuchado o leído, igualmente, expresiones tal como: “la fe en Dios ha traído a esos hombres a la superficie”. El presidente de Chile, Sebastián Piñera, expresó: “la fe de los mineros ha movido montañas y ha hecho posible el rescate”; posteriormente manifestó: “los mineros demostraron fe, coraje y esperanza y los socorristas, ingenieros y operarios permitieron este milagro”.

¿Qué otra fuerza en la tierra, excepto la fe, podría realizar semejantes hazañas? Con fe y confianza podemos lograr grandes cosas. La fe es una fuerza que mueve montañas. Con fe se pueden convertir los sueños en realidad. Sin fe se experimenta un vacío, miedo y la vida misma carece de sentido. La fe es positiva, enriquece la vida y abre las puertas del éxito y la felicidad.

La fe es la fuente del valor y fortaleza del espíritu. Teniendo fe, todo será posible. Por eso, debemos recordar siempre el Evangelio de San Mateo (17:20): “Les aseguro que si tuvieran fe, aunque sólo sea del tamaño de una semilla de mostaza. Nada les sería imposible”.

Con fe y confianza podemos lograr todo lo que nos propongamos en esta vida. Tener fe es imprescindible para lograr el éxito y la felicidad.

viernes, 15 de octubre de 2010

Perseverancia para lograr el éxito

Una de las características necesarias del carácter para lograr las metas que nos proponemos es tener perseverancia para continuar, pese a los obstáculos que seguramente encontraremos, hasta realizar nuestro objetivo. De ahí que la perseverancia es fundamental para alcanzar el éxito y la felicidad.

¿Qué es la perseverancia? Es mantenerse constante en la prosecución de lo comenzado; es durar permanentemente o por largo tiempo. Uno de sus sinónimos es la persistencia. Es, en general, un esfuerzo continuo hasta lograr la meta u objetivo propuesto.

Todos tenemos la experiencia de que es relativamente fácil empezar algo, para esto sólo basta tener un poco de entusiasmo. El continuar y persistir una vez que aparezcan las dificultades u obstáculos es cosa diferente; ya que a partir de ese momento se requiere un esfuerzo diferente para continuar hasta lograr el éxito.
Algo similar sucede con las ideas para emprender un proyecto, establecer un negocio o crear alguna innovación – esta es la parte más sencilla y más fácil; llevarlo a la realización, a la práctica, es otra cosa ya que para esto se requiere disciplina, trabajo, paciencia, voluntad inquebrantable y sobre todo perseverancia.

John Quincy Adams, sexto presidente de EE.UU. y considerado uno de los más grandes diplomáticos de la historia estadounidense, expresaba: “la paciencia y la perseverancia tienen un efecto mágico antes las cuales las dificultades desaparecen y los obstáculos se desvanecen”.

Thomas Carlyle, historiador y filósofo escocés, expresó: “la permanencia, perseverancia y persistencia a pesar de los obstáculos, el desaliento y las imposibilidades es lo que diferencia un alma fuerte de una débil”.

Y Orison Swett Marden fundador de Success Magazine (La Revista Éxito), prolífico autor de libros sobre motivación, expresó: “Hay algo de genialidad en la persistencia. Conquista a todos sus opositores. Da confianza. Anihila los obstáculos. Todos creen en una persona con determinación. Las personas saben que cuando él o ella se propone algo lo logra”.

Como un ejemplo vívido de los resultados de la perseverancia se puede mencionar el caso del escritor peruano Mario Vargas Llosa que acaba de ser galardonado por la Real Academia Sueca con el Premio Nobel de Literatura del 2010. Mario Vargas Llosa empezó su pasión por la literatura desde muy temprana edad y a los 14 años escribía cartas amorosas para sus amigos y pequeñas novelas románticas picarescas que vendía a algunos de sus compañeros del Colegio Militar Leoncio Prado; es oportuno expresar que inclusive su padre, por propia declaración del escritor, quería que abandonase su inclinación literaria. Pese a influencias contrarias externas, Mario Vargas Llosa persistió en dar rienda suelta a su imaginación escribiendo novelas, ensayos, críticas y obras de teatro durante toda su vida y a los 74 años de edad logra el máximo premio mundial de la literatura. Es un ejemplo de la persistencia en continuar los sueños, convertirlos en realidad y lograr el éxito.

Con perseverancia en la acción, que implica constancia, firmeza y tesón, se puede lograr lo que una persona se propone, cualquiera que sea la magnitud de esa meta; ya que utilizará los medios requeridos, de la mejor manera posible para llegar a ese fin.

El célebre escritor e historiador británico Samuel Johnson expresó: “las grandes obras son realizadas no por la fuerza, sino mediante la perseverancia”.

La perseverancia es un valor que se adquiere mediante la práctica, trabajo, conocimiento, paciencia, determinación y sobre todo actitud. Para desarrollar la perseverancia hay que prepararse para aceptar las derrotas o fracasos, aprender de los errores y jamás dejarse dominar por los pensamientos negativos o pesimistas. Hay que seguir tratando y tratando con optimismo y esperanza y no darse por vencido jamás hasta alcanzar las metas fijadas.

Para perseverar hay que pensar constantemente en las metas y tener la confianza en sí mismo para continuar con determinación hasta convertir en realidad lo que se ha propuesto. Con perseverancia se va en camino hacia el éxito.