viernes, 31 de octubre de 2014

Tenemos que vencer a nuestros miedos

Thomas Carlyle, filósofo escocés del Siglo XIX, expresó: “El primer deber de todo hombre es el de dominar el miedo”.

¿Qué es el miedo realmente? El miedo, según el diccionario de la Real Academia Española, es la perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.

Está comprobado que el enemigo número uno – físico, mental y espiritual – del éxito y la felicidad – literalmente – es el miedo. Cuando el miedo se infiltra en nosotros notamos algunas señales inequívocas, tales como tensión muscular, malestar estomacal, presión en el pecho, falta de respiración, palpitación del corazón, debilidad muscular o temblor en los brazos y piernas. Además de las sensaciones físicas también se pueden observar emociones negativas, como actitud defensiva, irritabilidad, frustración, agresividad e inclusive puede llevar a la depresión. Recientes estudios indican que el miedo afecta al sistema inmune.

El miedo es dañino cuando se convierte en algo irracional. En este caso la persona pierde la magnitud de la causa real y se puede convertir en una obsesión. Los miedos irracionales perturban y se pueden convertir en fobias. Los miedos deforman la realidad cuando se convierten en irracionales, pueden causar desequilibrios e impedir el desarrollo.

El miedo puede ser destructivo. Puede destruir vidas y puede hacer muy difíciles nuestras relaciones personales. El miedo puede paralizar el espíritu e impedir que la motivación tenga sus efectos beneficiosos para lograr algo mejor. A partir del momento que se tiene miedo por algo, la mente se paraliza, el pesimismo aflora y no se permite observar la realidad.

El miedo paraliza la facultad de razonar, destruye la capacidad de imaginación, imposibilita la capacidad creadora, mina la confianza en sí mismo, destruye la autoestima, socava el entusiasmo y perjudica la iniciativa. El miedo convierte en nada a la fuerza de voluntad y nubla la memoria.

Una persona que está con miedo no sólo destruye sus oportunidades de hacer algo en forma inteligente, sino que también transmite sus vibraciones negativas a las mentes de las personas con quienes toma contacto, influyendo en ellas y hasta destruyendo también las oportunidades de esas personas.

Hay diferentes miedos, tales como el miedo a lo desconocido, miedo a la derrota, miedo al cambio, miedo a equivocarse, miedo a hacer el ridículo, miedo a perder el trabajo, miedo a la crítica o al qué dirán, miedo a una mala salud, miedo a la vejez, miedo a la muerte, miedo al fracaso, miedo al futuro, miedo al riesgo, miedo al éxito, miedo a la felicidad, etc. Estos y todos los demás tipos de miedos afectan nuestra manera de pensar y de actuar imposibilitándonos de lograr algo superior en la vida.

Ralph Waldo Emerson, notable filósofo estadounidense, lo indicó admirablemente bien cuando expresó: “La mayoría de las personas fracasan debido al miedo al fracaso, antes que por el fracaso en sí”.
Franklin Delano Roosevelt, la única persona que ha sido elegida cuatro veces a la presidencia de Estados Unidos, en su primer discurso inaugural como presidente en 1932, expresó: “Tengo la firme creencia que la única cosa a la que debemos tener miedo, es al miedo mismo”. Y en el año 1941, en su informe a la nación, Franklin Delano Roosevelt, cuando hablaba de las cuatro libertades esenciales del ser humano expresó: “La cuarta libertad es la libertad del miedo”.

¿Se puede dominar al miedo? ¡Sí se puede dominar al miedo! Es prácticamente normal tener una reacción de cierto temor o miedo o tensión nerviosa ante un peligro o ante una situación inesperada, desconocida o muy importante. Lo que sí es vital es que hay que dominar esa reacción lo antes posible. Hay que enfrentarse al miedo con determinación y valor para dominarlo con calma, firmeza y decisión. Hay que desarrollar el hábito del coraje para vencer a los miedos. Winston Churchill expresó: “el coraje es considerada la más importantes de las virtudes, porque todas las demás dependen de ella”.

La persona que tiene coraje no es aquella que no tiene miedo. Como lo dijo Mark Twain: “el coraje es la resistencia al miedo, el dominio del miedo y no la ausencia del miedo”.
Ralph Waldo Emerson expresó: “Haga las cosas sobre las cuales tiene miedo y la muerte del miedo es segura”. Dale Carnegie, pionero del desarrollo de la personalidad, dijo: “Haga las cosas sobre las cuales tiene miedo y continúe haciéndolas… es la forma más segura para conquistar al miedo”.

Si usted tiene miedo hacia algo, siéntalo, pero utilice ese miedo como una energía motivadora para sobreponerse al miedo y dominarlo. Desarrolle el coraje de enfrentarse a sus temores y el coraje para actuar y dominar a sus miedos.

No tenga miedo a fracasar, hay que tratar y tratar para tener éxito. No tenga miedo a cometer errores o a equivocarse, hay que aceptarlos y corregirlos para tener éxito. No tenga miedo a perder, hay que arriesgar para tener éxito. No tenga miedo a los obstáculos, hay que superarlos para tener éxito. No tenga miedo a la crítica, hay que creer en su sueño para tener éxito.

Eleanor Roosevelt expresó: “Usted gana fuerza, coraje y confianza en cada experiencia en la que realmente se detiene a mirar y a enfrentar el miedo. Usted debe hacer las cosas que usted piensa que no puede hacer”.
W. Clement Stone, igualmente, expresó: “El pensamiento no vence al miedo, solo la acción lo hará”.

Es mediante la acción – tratando, tratando y tratando – que se aprende a vencer los temores. Domine sus temores para ser capaz de avizorar el futuro con optimismo, confianza y con alegría de vivir. Recuerde, no hay nada que temer. ¡Enfréntese a sus temores ahora y estos desaparecerán! ¡Usted puede si cree que puede!

viernes, 17 de octubre de 2014

Importancia de la Fe

Con fe podemos confiar en los extraordinarios poderes del espíritu para poder vivir una vida llena de amor, esperanza, optimismo, entusiasmo, imaginación, creatividad y coraje para disfrutar de la vida a plenitud haciendo uso del potencial que tenemos ya que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios.

Tener fe es creer en Dios. La fe es la facultad de la mente que encuentra su más alta expresión en la actitud religiosa. Tener fe es creer en algo aun cuando no se puede demostrar. Voltaire expresó: “La fe consiste en creer cuando el creer está más allá de la razón”.

La fe es la fuente del valor y fortaleza del espíritu. Teniendo fe, todo será posible. Con fe podemos mover montañas. “Les aseguro que si tuvieran fe, aunque sólo fuera del tamaño de una semilla de mostaza… Nada les sería imposible”. (San Mateo 17:20).

La fe es una virtud que hay que cultivar. “Tener fe es tener la plena seguridad de recibir lo que se espera; es estar convencidos de la realidad de las cosas que no vemos” (Hebreos 11:1).

Loa científicos Jahannes Kepler, Nicolás Copérnico, Isaac Newton, Carl Linneo, Alessandro Volta, André-Marie Ampere, Augustin-Louis Cauchy, Carl Gauss, Justus von Liebig, Robert Mayer, Angelo Secchi, Charles Darwin, Thomas Edison, Guglielmo Marconi, Arthur Eddington, Albert Einstein, Max Planck, Wernher Von Braun, Charles Townes, Allan Sandage, Robert Millikan, Louis Pasteur y muchos otros más resaltan la importancia de la fe y de la creencia en Dios.
Considero que es muy importante creer en Dios. Cuando hay auténtica fe en Dios, hay bondad, amor, tolerancia, justicia, respeto, integridad y valores que hacen más fácil la convivencia pacífica y la verdadera amistad entre seres humanos.

También es cierto que muchas veces ante circunstancias adversas o ante resultados contrarios no esperados, nos invade una cierta duda y nuestra fe se tambalea y flaquea. En realidad lo que sucede es que, en la mayoría de los casos, somos personas de poca fe y por eso dudamos. Cuando tenemos dudas empezamos a vacilar, empezamos a dudar de nuestra capacidad. Hay que tener fe. Para mantener la fe debemos ejercitarnos y orar. La fuerza de la oración es tremenda. Marconi, inventor de la telegrafía sin hilos, Premio Nobel 1909, expresó: “Lo declaro con orgullo: soy creyente. Creo en el poder de la oración y creo, no solo como católico, sino también como científico”.
Robert Millikan, físico, Premio Nobel 1923 expresó: “Puedo de mi parte aseverar con toda decisión que la negación de la fe carece de toda base científica. A mi juicio jamás se encontrará una verdadera contradicción entre la fe y la ciencia”.

Hay numerosos ejemplos del valor de la fe a través de la historia de la humanidad. Uno de ellos lo encontramos en Gandhi, llamado el Mahatma, que con fe, sin poseer dinero ni armas, casi desnudo, logró influir en la mente de doscientos millones de hindúes y logró la independencia de la India en 1947.

Otro ejemplo sobre el valor de la fe es Nelson Mandela, quien estuvo preso veintiocho años (1962-1990) en Sudáfrica por luchar contra el terrible e inhumano apartheid. Pese a lo que le hicieron sus opresores no pudieron disminuir la fe que tenía Nelson Mandela. Después de salir libre, logró otra extraordinaria hazaña. El 27 de abril de 1994, Mandela logró realizar su sueño al terminar el apartheid en su país y, pocos días después, en las primeras elecciones libres salió elegido por inmensa mayoría para gobernar Sudáfrica. Cuando visité Johannesburgo en 1980 esto parecía imposible, era algo que se pensaba nunca podía suceder.

El 2 de junio de 1995, el avión del capitán Scott O’Grady, de la Fuerza Aérea de EE.UU., fue derribado cuando sobrevolaba Bosnia. Durante seis días, solo y alimentándose únicamente con hierbas e insectos, logró sobrevivir hasta que fue rescatado. El capitán O’Grady, en su libro Return With Honor (Regresar con Honor), indica: “las tres cosas más importantes en este mundo son: fe en Dios, amor a su familia y amigos, y buena salud”.

Otra ejemplar demostración del gran valor de la fe es la que tuvo la Madre Teresa durante toda su vida. La Madre Teresa era de pequeña en estatura física, con una salud frágil en su juventud, que se convirtió, debido a su fe, en un verdadero gigante físico y espiritual. Ella decía: “La Madre Teresa sola no puede, pero con Dios todo lo puede”. En 1979 recibió el Premio Nobel de la Paz. Siempre ayudó sin distinción de religión o credo. En setiembre de 1997, el día de su funeral en Calcuta, India, la Madre Teresa, quien había dedicado toda su vida “a los más pobres de los pobres”, estuvo rodeada de reyes, príncipes, jefes de estado, prominentes figuras políticas del mundo, así como por católicos, cristianos, hinduistas, budistas, musulmanes y ateos. Su homenaje póstumo sobrepasó las férreas barreras de religión, etnia, nacionalidad y cultura.

¿Qué otra fuerza en la tierra, excepto la fe, podría realizar semejantes hazañas? Con fe y confianza podemos lograr grandes cosas. La fe es una fuerza que mueve montañas. Con fe se pueden convertir los sueños en realidad. Sin fe se experimenta un vacío, miedo y la vida misma carece de sentido. La fe es positiva, enriquece la vida y abre las puertas del éxito y la felicidad.

San Agustín lo expresó magníficamente bien cuando dijo: “Fe es creer lo que usted no ve; y la recompensa de esta fe es ver lo que usted cree”.

Con fe y confianza podemos lograr todo lo que nos propongamos en esta vida. Tener fe es imprescindible para lograr el éxito y la felicidad.