viernes, 17 de octubre de 2014

Importancia de la Fe

Con fe podemos confiar en los extraordinarios poderes del espíritu para poder vivir una vida llena de amor, esperanza, optimismo, entusiasmo, imaginación, creatividad y coraje para disfrutar de la vida a plenitud haciendo uso del potencial que tenemos ya que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios.

Tener fe es creer en Dios. La fe es la facultad de la mente que encuentra su más alta expresión en la actitud religiosa. Tener fe es creer en algo aun cuando no se puede demostrar. Voltaire expresó: “La fe consiste en creer cuando el creer está más allá de la razón”.

La fe es la fuente del valor y fortaleza del espíritu. Teniendo fe, todo será posible. Con fe podemos mover montañas. “Les aseguro que si tuvieran fe, aunque sólo fuera del tamaño de una semilla de mostaza… Nada les sería imposible”. (San Mateo 17:20).

La fe es una virtud que hay que cultivar. “Tener fe es tener la plena seguridad de recibir lo que se espera; es estar convencidos de la realidad de las cosas que no vemos” (Hebreos 11:1).

Loa científicos Jahannes Kepler, Nicolás Copérnico, Isaac Newton, Carl Linneo, Alessandro Volta, André-Marie Ampere, Augustin-Louis Cauchy, Carl Gauss, Justus von Liebig, Robert Mayer, Angelo Secchi, Charles Darwin, Thomas Edison, Guglielmo Marconi, Arthur Eddington, Albert Einstein, Max Planck, Wernher Von Braun, Charles Townes, Allan Sandage, Robert Millikan, Louis Pasteur y muchos otros más resaltan la importancia de la fe y de la creencia en Dios.
Considero que es muy importante creer en Dios. Cuando hay auténtica fe en Dios, hay bondad, amor, tolerancia, justicia, respeto, integridad y valores que hacen más fácil la convivencia pacífica y la verdadera amistad entre seres humanos.

También es cierto que muchas veces ante circunstancias adversas o ante resultados contrarios no esperados, nos invade una cierta duda y nuestra fe se tambalea y flaquea. En realidad lo que sucede es que, en la mayoría de los casos, somos personas de poca fe y por eso dudamos. Cuando tenemos dudas empezamos a vacilar, empezamos a dudar de nuestra capacidad. Hay que tener fe. Para mantener la fe debemos ejercitarnos y orar. La fuerza de la oración es tremenda. Marconi, inventor de la telegrafía sin hilos, Premio Nobel 1909, expresó: “Lo declaro con orgullo: soy creyente. Creo en el poder de la oración y creo, no solo como católico, sino también como científico”.
Robert Millikan, físico, Premio Nobel 1923 expresó: “Puedo de mi parte aseverar con toda decisión que la negación de la fe carece de toda base científica. A mi juicio jamás se encontrará una verdadera contradicción entre la fe y la ciencia”.

Hay numerosos ejemplos del valor de la fe a través de la historia de la humanidad. Uno de ellos lo encontramos en Gandhi, llamado el Mahatma, que con fe, sin poseer dinero ni armas, casi desnudo, logró influir en la mente de doscientos millones de hindúes y logró la independencia de la India en 1947.

Otro ejemplo sobre el valor de la fe es Nelson Mandela, quien estuvo preso veintiocho años (1962-1990) en Sudáfrica por luchar contra el terrible e inhumano apartheid. Pese a lo que le hicieron sus opresores no pudieron disminuir la fe que tenía Nelson Mandela. Después de salir libre, logró otra extraordinaria hazaña. El 27 de abril de 1994, Mandela logró realizar su sueño al terminar el apartheid en su país y, pocos días después, en las primeras elecciones libres salió elegido por inmensa mayoría para gobernar Sudáfrica. Cuando visité Johannesburgo en 1980 esto parecía imposible, era algo que se pensaba nunca podía suceder.

El 2 de junio de 1995, el avión del capitán Scott O’Grady, de la Fuerza Aérea de EE.UU., fue derribado cuando sobrevolaba Bosnia. Durante seis días, solo y alimentándose únicamente con hierbas e insectos, logró sobrevivir hasta que fue rescatado. El capitán O’Grady, en su libro Return With Honor (Regresar con Honor), indica: “las tres cosas más importantes en este mundo son: fe en Dios, amor a su familia y amigos, y buena salud”.

Otra ejemplar demostración del gran valor de la fe es la que tuvo la Madre Teresa durante toda su vida. La Madre Teresa era de pequeña en estatura física, con una salud frágil en su juventud, que se convirtió, debido a su fe, en un verdadero gigante físico y espiritual. Ella decía: “La Madre Teresa sola no puede, pero con Dios todo lo puede”. En 1979 recibió el Premio Nobel de la Paz. Siempre ayudó sin distinción de religión o credo. En setiembre de 1997, el día de su funeral en Calcuta, India, la Madre Teresa, quien había dedicado toda su vida “a los más pobres de los pobres”, estuvo rodeada de reyes, príncipes, jefes de estado, prominentes figuras políticas del mundo, así como por católicos, cristianos, hinduistas, budistas, musulmanes y ateos. Su homenaje póstumo sobrepasó las férreas barreras de religión, etnia, nacionalidad y cultura.

¿Qué otra fuerza en la tierra, excepto la fe, podría realizar semejantes hazañas? Con fe y confianza podemos lograr grandes cosas. La fe es una fuerza que mueve montañas. Con fe se pueden convertir los sueños en realidad. Sin fe se experimenta un vacío, miedo y la vida misma carece de sentido. La fe es positiva, enriquece la vida y abre las puertas del éxito y la felicidad.

San Agustín lo expresó magníficamente bien cuando dijo: “Fe es creer lo que usted no ve; y la recompensa de esta fe es ver lo que usted cree”.

Con fe y confianza podemos lograr todo lo que nos propongamos en esta vida. Tener fe es imprescindible para lograr el éxito y la felicidad.

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