martes, 24 de mayo de 2011

El Amor y la Felicidad en el Matrimonio

Hace unas semanas conversaba con mi esposa, mis dos hijas y varias amigas de mis hijas sobre el matrimonio y la felicidad en el matrimonio. En el grupo habían recién casadas, separadas, divorciadas, un par en su segunda o tercera relación y mi esposa y yo que el año pasado hemos cumplido nuestras Bodas de Oro matrimoniales.

Les mencioné que a lo largo de mi vida había asistido a numerosos matrimonios, de amigos de infancia, de colegio, de trabajo, de mis hijos, de los amigos de mis hijos, de familiares y la característica común en todos, independientemente de las edades y de las circunstancia, es la radiante felicidad de la novia.

Para mí es igualmente notable que en algunos casos, la novia en su segunda o tercera relación muestra, igualmente, esa gran felicidad. También he notado que esa felicidad no sólo es en el momento de la ceremonia sino durante la preparación de la misma.

Posiblemente la mayoría de nosotros ha visto por la TV el matrimonio del príncipe William y Kate Middleton, ahora Duque y Duquesa de Cambridge. La imagen de felicidad de Kate, durante toda la ceremonia, seguramente ha quedado grabada en nuestras mentes y el beso en el balcón del Palacio de Buckingham fue un momento grandioso, que ratifica que todas las novias demuestran felicidad.

Lo que he observado en el caso de los hombres es que la felicidad no se exterioriza de la misma manera, quizás lo que se puede apreciar es un cierto nerviosismo. De una manera simple quizás John Gray lo explica en su interesante libro Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus. La manifestación de las emociones de los hombres y las mujeres es diferente así como los estilos de comunicación. Esta diferencia debemos tenerla en cuenta para lograr la felicidad en el matrimonio.

Ahora la gran interrogante es por qué ese amor y la promesa de permanecer juntos hasta que la muerte los separe que se hacen los novios en presencia de familiares y amigos, en muchos casos, se interrumpe. Conozco casos en que la rotura se produce apenas después de un año de matrimonio, otros después de varios años e inclusive después de cumplir cuarenta años. Tengo un amigo de infancia que piensa que la institución del matrimonio es algo obsoleto y en decadencia; por otro lado, tengo un grupo de amigos que han celebrado sus aniversarios 67, 65, 60, 55. En este artículo voy a tratar de bosquejar algunas ideas de cómo lograr que el matrimonio perdure con amor y felicidad.

Hace dieciocho años una de mis sobrinas me invitó a que leyera la Epístola de San Pablo a los corintios durante la celebración de su matrimonio. Recuerdo perfectamente el hecho ya que me impactó sobremanera las palabras y el mensaje que encierra esa famosa epístola que es un verdadero himno al amor.

«El amor es paciente, es amable; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con rudeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor siempre protege, siempre confía, siempre tiene esperanza y siempre persevera.»

«Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que tañe. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada. El amor es lo más grande.»

¿Qué es el amor? El amor, en el contexto filosófico es una virtud que representa la bondad, compasión y afección del ser humano. Hay diversas manifestaciones de amor, sin embargo en este artículo trataré únicamente del amor de una pareja, la unión y la formación de un hogar y una familia. Por lo tanto, el amor es el sentimiento afectivo hacia otra persona que nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos, crear y la expectativa de encontrar la mutua felicidad.

¡Amor es lo que el amor es! John Lennon y Paul McCartney, escribieron en 1967, “All you need is love (Todo lo que necesitas es amor)”. El amor es esa unión o conexión entre dos personas que da como resultado confianza mutua, intimidad y una interdependencia que engrandece a ambos. El amor es aceptar las diferencias y descubrir maneras para construir un estilo de vida común, compartir las decisiones y aceptar la misma responsabilidad por los resultados. El amor es una decisión. El verdadero amor se basa en integridad, respeto mutuo, fe y confianza. El amor es aquella fuerza que conduce hacia la unidad y la armonía.

A continuación menciono algunas ideas generales para mantener un matrimonio saludable donde constantemente existan momentos de mutua felicidad.
• La promesa mutua en presencia de testigos es recién el inicio y no el final.
• Mostrar el amor del uno hacia el otro constantemente, día tras día, aunque sea por breves momentos; el amor hay que cultivarlo.
• Besar a su cónyuge en la mañana, al salir de la casa, al regresar a casa, al acostarse y en cualquier otro momento. Un abrazo, una caricia, un beso siempre son saludables.
• Expresar con palabras que se quieren. Mantener el romance.
• Diario respeto mutuo. Tratar siempre a su cónyuge con admiración y alta estima. Nunca criticar al cónyuge en presencia de otras personas. Nunca hablar mal de su cónyuge a otras personas.
• Expresar palabras de aliento, de apoyo, de comprensión; jamás menoscabar la propia estima del cónyuge. No estar quejándose continuamente. Comunicación en ambos sentidos.
• No trate de cambiar la manera de ser de su cónyuge. Debemos siempre tener presente que a la única persona que podemos cambiar es a uno mismo.
• Hacer algo en común; pasar tiempo en común; pero al mismo tiempo respetar el espacio del otro.
• No predisponer a los hijos ante su cónyuge para lograr algo o para encontrar apoyo en ellos.
• No tratar de ganar una discusión; si alguno expresa su descontento por algo, sólo escuchar.
• En una discusión jamás expresar palabras hirientes o soeces a su cónyuge. Evitar el sarcasmo. Siempre hay que respetarse mutuamente. Seguir siempre el mensaje del Apóstol San Pablo, en su carta a los efesios, “si no tenemos algo bueno para decir, mejor no digamos nada”.
• No criticar a los familiares del cónyuge. Por el contrario, usar inteligencia emocional para comprenderlos.
• Ser paciente con las deficiencias que pudiera tener el otro cónyuge y construir el matrimonio en base a las fortalezas de cada uno.
• El cónyuge que está en casa o el que llegue primero (en caso que ambos trabajen) debe esperar con ansias que llegue la pareja después del trabajo o de un viaje, como cuando eran novios.
• Asistir a reuniones sociales y bailar juntos. Mantener la juventud en los corazones.
• Esforzarse para hacer que cada día sea un día mejor para su cónyuge. Darse cuenta de lo que le gusta al cónyuge y apoyarlo en lo que le gusta.
• Desarrollar un hogar donde se sienta amor, comprensión, alegría, felicidad.
• Orar juntos; Juan Pablo II decía “la familia que reza unida permanece unida”.

El matrimonio es una hermosa institución. Es una promesa de amor de uno hacia el otro. Es un compromiso de vivir juntos para ser felices.

El amor es un verbo, es una emoción en acción. Nada debe reemplazar a la presencia, al abrazo, a la caricia, al beso del ser amado. El amor entre la pareja debe ser un continuo dar y recibir. Hay que cultivarlo para que esa felicidad demostrada en la ceremonia del matrimonio continúe floreciente durante toda la jornada. Sí es posible tener un matrimonio feliz, se requiere amor, un compromiso real, paciencia, dedicación, comprensión y decisión.

Las primeras palabras que usted debe decir al despertarse cada día a la persona amada es “Buenos días, mi Amor, te quiero”. Las últimas palabras que usted debe decir cada noche a la persona que está a su lado debe ser “Buenas noches mi Amor, te quiero”.

La felicidad en el matrimonio es una decisión, depende de cada uno de los cónyuges. Un matrimonio feliz es una bendición para los hijos, para la familia, para los amigos, para todos y por supuesto para los mismos cónyuges.

lunes, 16 de mayo de 2011

La actitud es determinante para tener éxito

Todos tenemos un potencial enorme que muchas veces está latente dentro de nosotros y todos, igualmente, deseamos que nuestros esfuerzos sean compensados con buenos o excelentes resultados. La mayoría de nosotros también está dispuesto a trabajar con inteligencia, dedicación y duramente para lograr el éxito y la felicidad. Cada uno de nosotros tiene la habilidad para poner en acción ese potencial que tenemos con el fin de obtener el resultado que deseamos. Muchas veces tenemos que hacer algún cambio en nuestro comportamiento habitual para lograr nuestras metas y lo importante es que el proceso de cambio también está en nosotros y empieza con nosotros.

Por eso es que debemos tener conciencia que lo que determina el nivel de nuestro potencial, lo que produce la intensidad de nuestras acciones y predice la calidad de los resultados que obtendremos es nuestra actitud.

Nuestra actitud es la que determinará nuestra calidad de vida. Nuestra actitud es la que fijará la grandiosidad de nuestros sueños y la que influirá en nuestra determinación, perseverancia y confianza para enfrentar los riesgos inherentes ante toda nueva situación. Y lo más grande es que nosotros somos los únicos que tenemos control sobre nuestra actitud. Posiblemente hayan personas que tratarán de influir negativamente sobre nuestra forma de pensar o actuar pero nadie tendrá el control sobre nuestra actitud.

Tener la actitud correcta es fundamental para tener éxito en la vida. Nuestra actitud determinará nuestro comportamiento ante la vida y si esa actitud está basada en sólidos principios éticos y morales con pensamientos positivos y de optimismo fácilmente se reflejará en nosotros, en nuestra mirada, en nuestros gestos, en nuestra manera de ser, en nuestros sentimientos, en nuestra forma de hablar y se trasmitirá a todos los que nos rodean.

Está demostrado que la actitud es muy importante para lograr algo en la vida. La actitud es más importante que la aptitud. Una persona con muchas aptitudes si no tiene la actitud correcta no logrará nada significativo. Por el contrario, una persona con la actitud correcta, con actitud mental positiva, puede lograr todo lo que se propone.

Nosotros somos lo que somos y estamos donde estamos debido a los pensamientos que dominan nuestra mente. La actitud es un hábito del pensamiento y los hábitos se pueden adquirir. Depende de su actitud para ver todo lo que esté a su alrededor, para enfrentar las diferentes situaciones que encontrará o enfrentará, para pensar sobre la vida y actuar. La diferencia entre una actitud positiva o negativa podría ser la diferencia entre una vida positiva o negativa o entre éxitos o fracasos o entre la excelencia o la mediocridad.

Con justa razón se dice que la actitud es más importante que los hechos. Es más importante que el pasado, la educación, las circunstancias, los fracasos, los éxitos o lo que otras personas puedan pensar, decir o actuar. Nosotros no podemos cambiar lo inevitable. No podemos cambiar el pasado. No podemos cambiar a otras personas. Pero sí podemos cambiar nuestra actitud y lo más importante de todo es que podemos escoger la actitud que tendremos hoy.

William James, filósofo y psicólogo estadounidense, expresó: “es nuestra actitud al inicio de una tarea difícil, más que cualquier otra cosa, lo que afectará el éxito o fracaso del resultado”.

La actitud es determinante para lograr éxito y la felicidad en la vida.

domingo, 1 de mayo de 2011

La habilidad para solucionar problemas es clave para el éxito

Henry J. Kaiser, famoso industrial estadounidense que adoptó técnicas modernas para la fabricación de barcos durante la Segunda Guerra Mundial, expresó “los problemas son sólo oportunidades que vienen en ropas de trabajo”.

De alguna u otra forma todos nos enfrentamos a problemas en nuestro quehacer diario; los problemas pueden ser grandes o pequeños, simples o complejos, fáciles o difíciles de solucionar. Dependiendo de la situación en que nos encontremos en un momento dado e independientemente de la naturaleza de los problemas, es fundamental para lograr el éxito en todas las áreas de la vida que desarrollemos la habilidad para encontrar maneras para solucionarlos. Es importante para lograr éxito que desarrollemos la confianza que somos capaces de resolver los problemas que tengamos en nuestro hogar, en nuestro centro de trabajo, trabajando en equipo o liderando una actividad.

La habilidad para resolver problemas es sumamente importante en nuestra carrera profesional. Muchas veces, el resolver problemas es parte de la actividad diaria; ya sea solucionando un problema interno o externo de la empresa, apoyando a aquellos que están solucionando un problema o descubriendo nuevos problemas que tenemos que resolver para continuar el desarrollo y el progreso.

La confianza en resolver problemas la podemos desarrollar teniendo un buen proceso básico para enfrentar un problema y solucionarlo. Cuando tenemos un proceso, los problemas se pueden resolver más fácilmente y más efectivamente. Si no tenemos un proceso básico, es posible que las soluciones que se encuentren no sean efectivas, o que nos entrampemos en algún problema o que nos lleve mucho tiempo resolverlo. Y a veces esta demora puede ocasionar consecuencias negativas.

Norman Vincent Peale, en su interesante libro El Optimista Tenaz, dice: “los problemas son para la mente como el ejercicio es para los músculos, una forma de fortalecerse. Los problemas aumentan la capacidad para hacer frente a la vida”.

Cuando nos enfrentemos a un problema, tenemos que pensar que todo problema tiene solución y la mayoría de las veces más de una solución. Asimismo debemos enfrentar los problemas con imaginación, esperanza, optimismo, confianza y actitud mental positiva.

De una manera general, hay cuatro etapas básicas para la solución de problemas:

1. Definir el problema. Esta etapa es fundamental ya que si logramos definir o determinar con exactitud el problema se habrá avanzado bastante. Hay que preguntarse ¿cuál es el problema?, ¿en qué consiste el problema? Y ¿cuál es la causa o causas del problema? Con mucha razón se dice que un problema bien planteado es un problema medio solucionado. Hay que determinar con toda claridad cuál es realmente el problema y no sus síntomas. Las preguntas ¿qué? ¿cuándo? ¿dónde? ¿cómo? ¿quién o qué? y ¿por qué? ayudan a la correcta definición del problema.

2. Generar alternativas para solucionar el problema. En esta etapa hay que hacer uso de la imaginación y creatividad para encontrar las diferentes alternativas disponibles para dar solución al problema. Dependiendo de la complejidad del problema será necesario encontrar las posibles alternativas desde diferentes puntos de vista. Hay problemas relativamente sencillos que se pueden resolver rápidamente; quizás para problemas más complejos se requiera de la participación de otros, de acuerdo a sus especialidades, o hacer diagramas de flujo que permitan graficar los diferentes pasos necesarios para dar solución al problema.

3. Evaluar y seleccionar las alternativas. Una vez que tengamos las diferentes alternativas posibles debemos evaluarlas en base a ciertos parámetros que debemos fijar, tales como tiempo, recursos, costo y consecuencias. Una vez que hagamos la evaluación debemos definir por la alternativa más conveniente para nosotros.

4. Implementar la solución. La última etapa de este proceso básico es poner en acción lo que hemos determinado para dar solución al problema. Es de suma importancia que una vez que se llega a la decisión hay que actuar con prontitud. La experiencia ha demostrado con amplitud que llegar a una decisión es de gran valor y que el siguiente paso – importante – es actuar. La acción es lo que permite que un problema sea resuelto.

En forma general se recomienda que una vez que se toma la decisión no hay que detenerse para efectuar nuevas reflexiones y esperar a tener más información ya que esto conduce a vacilaciones, crear dudas, prolongar el problema y demorar en su solución. Tenemos que recordar que muchas veces no es posible contar con toda la información para poder resolver un problema.

En resumen, ante un problema debemos definirlo de la mejor forma posible, sabiendo que un problema bien definido es un problema medio resuelto. A continuación con imaginación y creatividad debemos establecer las posibles alternativas que den solución al problema; luego evaluarlas y decidir por la mejor alternativa y finalmente actuar para dar solución al problema.