domingo, 1 de mayo de 2011

La habilidad para solucionar problemas es clave para el éxito

Henry J. Kaiser, famoso industrial estadounidense que adoptó técnicas modernas para la fabricación de barcos durante la Segunda Guerra Mundial, expresó “los problemas son sólo oportunidades que vienen en ropas de trabajo”.

De alguna u otra forma todos nos enfrentamos a problemas en nuestro quehacer diario; los problemas pueden ser grandes o pequeños, simples o complejos, fáciles o difíciles de solucionar. Dependiendo de la situación en que nos encontremos en un momento dado e independientemente de la naturaleza de los problemas, es fundamental para lograr el éxito en todas las áreas de la vida que desarrollemos la habilidad para encontrar maneras para solucionarlos. Es importante para lograr éxito que desarrollemos la confianza que somos capaces de resolver los problemas que tengamos en nuestro hogar, en nuestro centro de trabajo, trabajando en equipo o liderando una actividad.

La habilidad para resolver problemas es sumamente importante en nuestra carrera profesional. Muchas veces, el resolver problemas es parte de la actividad diaria; ya sea solucionando un problema interno o externo de la empresa, apoyando a aquellos que están solucionando un problema o descubriendo nuevos problemas que tenemos que resolver para continuar el desarrollo y el progreso.

La confianza en resolver problemas la podemos desarrollar teniendo un buen proceso básico para enfrentar un problema y solucionarlo. Cuando tenemos un proceso, los problemas se pueden resolver más fácilmente y más efectivamente. Si no tenemos un proceso básico, es posible que las soluciones que se encuentren no sean efectivas, o que nos entrampemos en algún problema o que nos lleve mucho tiempo resolverlo. Y a veces esta demora puede ocasionar consecuencias negativas.

Norman Vincent Peale, en su interesante libro El Optimista Tenaz, dice: “los problemas son para la mente como el ejercicio es para los músculos, una forma de fortalecerse. Los problemas aumentan la capacidad para hacer frente a la vida”.

Cuando nos enfrentemos a un problema, tenemos que pensar que todo problema tiene solución y la mayoría de las veces más de una solución. Asimismo debemos enfrentar los problemas con imaginación, esperanza, optimismo, confianza y actitud mental positiva.

De una manera general, hay cuatro etapas básicas para la solución de problemas:

1. Definir el problema. Esta etapa es fundamental ya que si logramos definir o determinar con exactitud el problema se habrá avanzado bastante. Hay que preguntarse ¿cuál es el problema?, ¿en qué consiste el problema? Y ¿cuál es la causa o causas del problema? Con mucha razón se dice que un problema bien planteado es un problema medio solucionado. Hay que determinar con toda claridad cuál es realmente el problema y no sus síntomas. Las preguntas ¿qué? ¿cuándo? ¿dónde? ¿cómo? ¿quién o qué? y ¿por qué? ayudan a la correcta definición del problema.

2. Generar alternativas para solucionar el problema. En esta etapa hay que hacer uso de la imaginación y creatividad para encontrar las diferentes alternativas disponibles para dar solución al problema. Dependiendo de la complejidad del problema será necesario encontrar las posibles alternativas desde diferentes puntos de vista. Hay problemas relativamente sencillos que se pueden resolver rápidamente; quizás para problemas más complejos se requiera de la participación de otros, de acuerdo a sus especialidades, o hacer diagramas de flujo que permitan graficar los diferentes pasos necesarios para dar solución al problema.

3. Evaluar y seleccionar las alternativas. Una vez que tengamos las diferentes alternativas posibles debemos evaluarlas en base a ciertos parámetros que debemos fijar, tales como tiempo, recursos, costo y consecuencias. Una vez que hagamos la evaluación debemos definir por la alternativa más conveniente para nosotros.

4. Implementar la solución. La última etapa de este proceso básico es poner en acción lo que hemos determinado para dar solución al problema. Es de suma importancia que una vez que se llega a la decisión hay que actuar con prontitud. La experiencia ha demostrado con amplitud que llegar a una decisión es de gran valor y que el siguiente paso – importante – es actuar. La acción es lo que permite que un problema sea resuelto.

En forma general se recomienda que una vez que se toma la decisión no hay que detenerse para efectuar nuevas reflexiones y esperar a tener más información ya que esto conduce a vacilaciones, crear dudas, prolongar el problema y demorar en su solución. Tenemos que recordar que muchas veces no es posible contar con toda la información para poder resolver un problema.

En resumen, ante un problema debemos definirlo de la mejor forma posible, sabiendo que un problema bien definido es un problema medio resuelto. A continuación con imaginación y creatividad debemos establecer las posibles alternativas que den solución al problema; luego evaluarlas y decidir por la mejor alternativa y finalmente actuar para dar solución al problema.

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