jueves, 15 de octubre de 2015

Cultivemos nuestra inteligencia emocional

Howard Gardner, psicólogo, profesor de la Escuela de Graduados de la Universidad de Harvard, en 1980 estableció su teoría de inteligencias múltiples; en su libro Frames of Mind: The Theory of Multiple Intelligences (Estructuras de la Mente: La teoría de las inteligencias múltiples), indicó que existen ocho tipos diferentes de inteligencia, distintas e independientes pero relacionadas entre sí, y que “una inteligencia es la capacidad de resolver problemas o crear productos que son valorados dentro de uno o más ambientes culturales”.

Los tipos de inteligencia, según Gardner, son: lingüística o verbal, espacial, lógica-matemática, musical, corporal-cinestesia, intrapersonal, interpersonal y naturalista. Gardner, en su teoría, igualmente indica que la inteligencia se puede desarrollar y no es algo innato e inamovible.

Daniel Goleman, Ph.D., psicólogo, también de Harvard, en su libro Emotional Intelligence (Inteligencia Emocional), publicado en 1995 popularizó el término de inteligencia emocional.

La inteligencia emocional es la habilidad para reconocer nuestras propias emociones, comprender su significado y entender que las emociones de uno mismo afectan a las personas que están a nuestro alrededor. La inteligencia emocional también involucra la percepción que se tiene de otras personas y que cuando se entiende lo que las otras personas sienten nos permite manejar nuestras relaciones de una manera más efectiva.

Tanto Gardner como Goleman coinciden que todas las personas tienen varias inteligencias y que generalmente una o más de una están más desarrolladas que otras y que cada persona puede desarrollarlas conscientemente.

Las personas con inteligencia emocional desarrollada generalmente logran las metas que se proponen porque tienen en cuenta, fundamentalmente, la importancia de las relaciones interpersonales en la vida.

Según Goleman la inteligencia emocional tiene los siguientes elementos: conocimiento de sí mismo, control de sí mismo, automotivación, empatía y sociabilidad.

El conocimiento de sí mismo es importante ya que nos permite conocer nuestras emociones y manejarlas de acuerdo a la situación e impide que nuestras emociones dirijan nuestras vidas. Nos permite incrementar nuestra confianza en nosotros mismo, conocer nuestras fortalezas y debilidades para trabajar sobre ellas.

El control de nosotros mismos, o autocontrol, nos permite controlar nuestras emociones e impulsos; a pensar antes de actuar para no reaccionar en forma impulsiva. A controlar nuestra ira o nuestras reacciones ante situaciones imprevistas o desagradables. A actuar en forma reflexiva, íntegra, aceptar el cambio con comodidad y a decir no cuando no estamos de acuerdo.

La automotivación es fundamental para ser proactivos, establecer metas y planes hasta lograr lo que nos hemos propuesto. Nos permite establecer metas a corto, mediano y largo plazo así como aceptar resultados parciales sin perder de vista nuestros grandes objetivos.

La empatía quizás sea el segundo elemento más importante de la inteligencia emocional. La empatía es la habilidad de identificar y entender los puntos de vista, necesidades y lo que quieren las personas que están alrededor de nosotros. La empatía es indispensable para las buenas relaciones con nuestro cónyuge, hijos, familiares, amigos y colegas. Con empatía tendremos la capacidad real de escuchar a las otras personas y comprenderlas. Con adecuada empatía no seremos propensos a juzgar rápidamente a las otras personas.

La sociabilidad es la habilidad para tener buenas relaciones con otras personas. Generalmente permite tener buena comunicación con otras personas y aptitud para trabajar en equipo.

Conscientemente debemos desarrollar estas habilidades para tener la adecuada inteligencia emocional que nos permita tener éxito en nuestras relaciones personales y familiares así como en el trabajo. Para ser un buen líder se debe tener una inteligencia emocional desarrollada.

Daniel Goleman expresa: "Las personas con habilidades emocionales bien desarrolladas tienen más probabilidades de sentirse satisfechas y ser eficaces en su vida, y de dominar los hábitos mentales que favorezcan su propia productividad; las personas que no pueden poner cierto orden en su vida emocional libran batallas interiores que sabotean su capacidad de concentrarse en el trabajo y pensar con claridad".

Las personas con elevada inteligencia emocional suelen ser socialmente equilibradas, extrovertidas, alegres, sin preocupaciones, con capacidad para comprometerse con las causas y las personas, adoptan responsabilidades, tienen vida emocional apropiada, se sienten contentas con ellas mismas, con sus semejantes y con el entorno social donde actúan.

En resumen se puede decir que la inteligencia emocional enfatiza la importancia de las emociones dentro del funcionamiento psicológico de una persona cuando se enfrenta a momentos difíciles y tareas importantes y que es la capacidad para reconocer los sentimientos propios y ajenos así como la habilidad para manejarlos. La inteligencia emocional es uno de los factores más importantes que contribuyen al éxito personal y profesional; determina la calidad de las relaciones humanas y la productividad.
Debemos, por lo tanto, cultivar nuestra inteligencia emocional para hacer uso al máximo de nuestro potencial con la finalidad de lograr el éxito y la felicidad.

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