lunes, 19 de julio de 2010

¿Quién eres? ¿Quién soy? ¿Quiénes somos?

Como seguramente intuyen no me estoy refiriendo al nombre de bautizo o al familiar. Quizás éstas sean unas preguntas que siempre se han hecho en todos los tiempos de la humanidad. Hay toda una serie de corrientes filosóficas que dan respuestas a estas interrogantes. En nuestra civilización occidental cristiana figuran Sócrates, Platón, Aristóteles, San Agustín y, años después, Santo Tomás de Aquino que establecen las bases para encontrar la respuesta.

Hace algunos años, en Houston, Texas, escuché a Og Mandino, autor de El vendedor más grande del mundo, decir: “usted es el milagro más grande del mundo”. Esta frase me impactó tremendamente. Es cierto, es real. Usted y yo, todas las personas, somos el milagro más grande del mundo. Somos únicos, no hay ni habrá otra persona igual en el mundo. ¡Qué maravilla! Es extraordinario, es un milagro.

Como soy aficionado a los deportes y reconozco la fuerza de la motivación me gustaba ver los juegos de fútbol americano, en especial veía jugar al equipo de la Universidad de Notre Dame. Me dedicaba a ver a los jugadores, pero particularmente dirigía mi mirada para ver en acción a Lou Holtz, un extraordinario entrenador, experto en motivación. Lou inspiraba y motivaba a los jugadores en todo momento. Una de sus frases célebres es: “no creo que Dios nos ha puesto en este mundo para ser ordinarios”.

Por supuesto, nosotros hemos sido hechos a imagen y semejanza de Dios. Por lo tanto poseemos una fuerza interior extraordinaria, un potencial sin límites que depende solamente de cada uno de nosotros para ponerla en acción en el momento en que queramos.

Bruce Jenner, uno de los atletas más completos del mundo que ganó la medalla de oro en la prueba de Decatlón en los Juegos Olímpicos de 1976, en su libro Finding the Champion Within (Encontrando al campeón dentro de usted) dice: “Tenemos un poder que está muy dentro de nosotros, un poder que la mayoría no sabemos que lo tenemos”.

Al ser únicos en este mundo, usted y yo, tenemos el control de nuestros propios destinos. La vida es como una orquesta y Dios nos ha dado, a usted y a mí, la batuta para que dirijamos nuestras propias vidas. Nosotros somos los que controlamos los tonos, los tiempos, el ritmo, los acordes y la intensidad de la música de los diferentes instrumentos. Hagamos de nuestras vidas una bella sinfonía llena de armonía, con sonidos hermosos y riqueza de sentimientos.

La vida es como un libro con páginas en blanco y Dios nos ha dado el lápiz y la inspiración para llenar esas páginas con pensamientos y acciones que nosotros mismos elegimos. Escribamos nuestras propias vidas, una historia de logros sucesivos, de permanente desarrollo personal, de amor, de felicidad, de éxito, con optimismo, con fe y esperanza y con muchos sueños por realizar.

La vida es como un cuadro por pintar y Dios nos da la inspiración, la imaginación y el pincel para pintar con absoluta libertad, usando los colores y matices que deseemos. Pintemos nuestras propias vidas como una pieza maestra, bella, única, que nadie nunca podrá jamás igualar.

La vida es una obra de arte y usted yo somos los artífices para convertir en realidad nuestras propias ideas y pensamientos. Vivamos la vida a plenitud dando de sí lo mejor que podamos. Tengamos en todo momento presente que está en nosotros, en nuestro interior, en nuestro espíritu, en nosotros mismos aquella fuerza extraordinaria que nos puede llevar al éxito y a la felicidad. Usted y yo somos una obra de arte. Somos el milagro más grande del mundo.

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